Definir nuestra edad correcta, independientemente del tiempo que llevemos aquí en esta vida, es más una cuestión de cuántos años nos sentimos realmente. Es incuestionable cómo muchos se sienten mucho más viejos y maduros para su edad "determinada", o cómo algunos parecen ser jóvenes independientemente de su longevidad. Una vez más, el concepto de Tiempo parece eludir nuestra percepción lógica y nuestro pensamiento racional. Tal vez, el Tiempo en sí mismo puede ser adaptable a la conciencia humana y al nivel vibracional, de cuánta Vida hay todavía dentro de nosotros y nuestro afán por abrazarla.

La edad es relativa a muchos factores. Como nuestra vitalidad física parece estar directamente conectada con nuestra estabilidad y madurez emocional, cómo tratamos cada emoción con armonía y respeto amoroso, y sobre todo con amor propio. Cuanto más nos respetamos y amamos a nosotros mismos, mejor responde nuestro cuerpo con energía, bienestar y vivacidad. Nuestras marcas físicas del tiempo, nuestras arrugas y canas, nuestras limitaciones físicas de movilidad, son una prueba de ello. Hay muchos ejemplos de mujeres fascinantes, por ejemplo, que siguen corriendo maratones, dando clases de yoga y de baile con ochenta años, mientras que otras empiezan a quejarse con treinta de lo viejas que son y de que ya no pueden hacer cosas. La edad es, por tanto, una elección emocional por encima de todo y una etiqueta mental.

O nos rendimos a nuestro miedo a envejecer y a la muerte o abrazamos nuestro amor por la Vida. Es así de simple y básico. En este universo de libre albedrío, tenemos la libertad de elegir lo que queramos. La belleza de esto, es que siempre hay tiempo para cambiar de opinión.

No hay reglas, sólo Amor. El amor conquista la salud, la autocuración y la regeneración. Una vez que entendemos la Vida en armonía con todo lo que nos rodea, la magia sucede. El amor es la clave y la cura para la vida eterna.

Espiritualmente, somos eternos, sin edad. Nunca hubo un principio, ni habrá un final. Somos energía eterna. Venimos a la vida, tantas veces como queramos, y en las formas que deseemos. Nuestras almas registran cada experiencia de aprendizaje, que luego puede ser recordada. Si podemos acceder a nuestra memoria completa, imagina todas las historias increíbles que podríamos contar, desde el principio del universo, el big bang, desde la perspectiva de una estrella, o un cometa.

Nos preocupamos tanto de cómo nuestra edad se refleja en nuestro cuerpo, que olvidamos su historia, sus recuerdos y sus increíbles momentos de placer, conquistas y aventuras. Olvidamos que dentro de este cuerpo hay un alma que ha visto el cielo desde todos los puntos de vista posibles. ¿No parece una tontería preocuparse ahora por una sola arruga o la primera cana?

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